Una vez, los animales de la sabana estaban un poco aburridos y decidieron buscar maneras de divertirse.
Unos fueron a los pozos a saltar en el agua, otros se pusieron a trepar árboles, pero el guepardo y el león, aprovecharon la ocasión para probar sus cualidades frente a todos y decidieron hacer una carrera.
– ¡Atención! Si quieren entretenimiento aquí está: seremos testigo de una carrera de velocidad entre el león y el guepardo. ¿Quién ganará? Lo sabrán en breve.
Entonces los animales se animaron y se acercaron curiosos. Murmuraban entre ellos sobre cuál era su favorito y por qué.
– El guepardo es veloz. La victoria es suya – decía la jirafa.
– No estés tan segura amiguita. El león también corre rápido – le respondía el rinoceronte.
Y así cada cual abogaba por su candidato. Mientras tanto, los corredores se preparaban para la competencia.
El guepardo, se estiraba y calentaba sus músculos. No estaba nervioso sino que se preparaba para dar un gran espectáculo y dejar clara su ventaja sobre el león.
Por su parte, el león solo se sentó a observar el horizonte y a meditar. Su esposa, la leona, se le acercó y le preguntó:
– Querido, ¿qué haces aquí? La chita está poniéndose a tono para la competencia y tú solo estás aquí sentado con la mirada perdida. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
– No, mujer. Tranquila. Estoy meditando.
– ¿Meditando? A segundos de una carrera con el animal más veloz de la sabana, ¿tú meditas? No te entiendo querido.
– No tienes que entenderme cariño. Yo ya preparé mi cuerpo para esta carrera durante todo este tiempo. Ahora, necesito preparar mi ánimo.
El clan de los elefantes mayores, fueron quienes prepararon la ruta y marcaron las líneas de salida y de meta. Los suricatos serían los jueces y un hipopótamo daría la señal de salida.
Llegó el momento y los corredores se pusieron en posición:
– En sus marcas- comienza a decir el hipopótamo- listos… ¡fuera!
Y arrancaron a correr el león y el guepardo, quien enseguida tuvo la ventaja.
Los competidores se perdieron rápidamente de vista de los animales ubicados al principio de la pista.
La victoria parecía ser del guepardo, pero al minuto de haber empezado, dejó de ser tan veloz. El león seguía corriendo a su ritmo pero cada vez estaba más cerca de alcanzarla, hasta que al fin la superó y allí aumentó la velocidad y le ganó.
Moraleja
No siempre gana el que tenga más aptitudes, sino el que sepa aprovechar los momentos puntuales de una competencia.
No por ser más rápido llegarás primero, y no por ser más fuerte levantarás más peso. Siempre es mejor tener un valor como la inteligencia, que te hará razonar en qué momento conviene ser más rápido, y en qué momento conviene levantar más peso.
Antes de entrenar cualquiera de tus aptitudes, debes entrenar tus actitudes y tu concentración. Porque es la mente la que compite al más alto nivel, y es ella la que realmente marcará las grandes diferencias.
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