Lanzándose desde los cielos, un halcón cazó un corderito. Un cuervo la observó y tratando de imitarlo, se lanzó sobre un carnero.
Sin embargo, no pasó lo mismo que antes, y al desconocer las artes, el cuervo se enredó en la lana, donde sin importar que tan fuerte batía sus alas, no logró escapar.
Viendo el pastor lo que sucedía, tomó al cuervo entre sus manos, con su machete cortó sus alas, y a su casa lo llevó.
Fascinados sus hijos lo vieron, y curiosos del asunto a su padre preguntaron:
-¿Papá, qué ave es esta?
-Para mí es sólo un cuervo, pero él se cree halcón.
Moraleja
Antes de lanzarnos al vacío en busca de cualquier cosa que tengamos en mente, debemos conocer nuestras virtudes, nuestros defectos y nuestros límites.
Así como el cuervo, que no supo entender que no compartía las mismas cualidades que el halcón, y se lanzó a cazar cualquier presa sin saber siquiera cómo se hacía.
Por eso, es importante siempre que queramos conseguir algo, saber cuáles son nuestras virtudes, nuestras capacidades y nuestros límites. Primero, conocerlos. Luego, a partir de esto, hacer todo lo posible por explotar las cosas positivas, mejorarlas, a fin de conseguir lo que queremos.
Lo que es inaceptable es imitar a los demás, sin valorar las diferencias.
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