Había una vez un loro y un perro que se cuidaban entre si.
El loro daba compañía al perro y al hablar mucho le entretenía. Por su parte, el perro protegía al loro de otros perros que se lo querían comer.
Sin embargo, el loro a veces hablaba demasiado, y seguía haciéndolo aunque el perro le pedía que se callase para dejarlo dormir.
Un día el loro estuvo hablando desde la mañana hasta la noche, incluso cantó varias canciones mientras el perro intentaba dormir. Al final el perro dejó de intentar dormir y se quedó despierto sin poder hacer nada.
A la mañana siguiente el loro se despertó, empezó a hablar, pero se dió cuenta que el perro ya no estaba para escucharle. Se había ido, seguramente porque así le dejaría descansar. Prefería estar solo que mal acompañado.
Moraleja: No hay que molestar a nuestros amigos. Intenta tratarlos bien para que quieran estar a tu lado.