¡Kikirikiii!
Cantó el gallo a las 5 de la mañana, como era su costumbre.
Su canto marcaba el inicio de la faena en la granja; la señora va a la cocina para preparar el desayuno, su esposo va al campo a recoger la cosecha del día y los chicos se alistan para ir a la escuela.
Al ver esto todos los días, un pollito le pregunta a su papá gallo:
Papi ¿por qué todos los días cantas a la misma hora?
Hijo, canto a la misma hora porque todos confían en que yo cumpla con mi trabajo y los despierte. Así todos pueden cumplir sus labores con puntualidad.
Otro gallo que pasaba por allí, escuchó la conversación y le dice al pollito:
Tu papá se cree importante, pero no es cierto. Fíjate, yo canto cuando quiero y no pasa nada. Él por gusto propio canta todas las mañanas.
El papá gallo dijo:
¿Eso crees? Hagamos algo: mañana cantas tú a la hora que quieras, pero te quedas en el poste después de cantar.
¿Es un reto? – dijo el envidioso gallo.
Sí, eso es- le afirmó el papa gallo.
Al día siguiente, según lo planeado, el otro gallo cantó en el poste, pero esta vez no fue a las 5 de la mañana, sino a las 6:30.
Todos en la casa se levantaron como locos; corrieron atropellándose unos con otros, malhumorados. Todos iban retrasados a sus labores.
Ya listos, salieron todos, pero antes de irse, el señor de la casa agarró al gallo que aún seguía en el poste y lo encerró como represalia por haberlo despertado tarde.
Moraleja: No menosprecies el trabajo ajeno por insignificante que parezca. Además, es importante ser puntual.