Estás en fila desde hace más de una hora y cuando te llega el turno el empleado te dice que no puede procesar tu solicitud. Realmente el problema es muy sencillo y sabes que si él lo deseara, podría solucionarlo allí mismo.
Entonces lo pides de favor. Obtienes una negativa. Piensas que quizás no sabe cómo hacerlo y le explicas el procedimiento. Otra negativa. Le expones tu ingente necesidad. El empleado no se conmueve. En este punto te molestas y sueltas algún que otro insulto. El empleado, que ya estaba molesto, se molesta aún más y te ordena que te retires.
¿Resultado?Lo mas seguro es que no solucionamos nuestro problema después de una hora de fila y estamos tan molestos que probablemente tendremos la presión alta al borde de un accidente cerebrovascular, y ni que decir de como se pasara el día por tan simple situación.
Desgraciadamente este tipo de personas intransigentes, “cerradas de mente” o rígidas las encontramos por doquier. El mundo está lleno de ellas (y las hay de todos tipos) pero todas terminan provocándonos un gran desasosiego. Por ende, lo mejor es aprender a lidiar con estos problemas.
1. Regular las expectativas. En una ocasión Sylvia Plath afirmó: “si no esperas nada de nadie, nunca te sentirás decepcionado”. Obviamente, esto es una exageración pero lo cierto es que si esperamos que las personas intransigentes se pongan en nuestro lugar y nos comprendan, probablemente terminaremos muy decepcionados cuando nos demos cuenta de que esto es más o menos una misión imposible. Por ende, una vez que sabemos que estamos delante de una persona intransigente, lo mejor es no esperar que nuestra verborrea logre convencerla.
2. Controlar las emociones. Cuando vislumbramos que nuestros objetivos podrían chocar contra una pared de ladrillos casi inexpugnable lo normal es ponerse tensos. Sin embargo, tensión genera tensión. Toma un respiro, relaja los músculos del rostro y solo entonces, habla.
3. No brindar demasiada información. Una verborrea imparable normalmente no convence a las personas intransigentes. Lo mejor es detenerse un minuto, pensar cuáles de nuestros argumentos son los más fuertes y apostar solo por estos. Cuando brindamos muchas razones, estas a menudo son percibidas como excusas inventadas para convencer. Así, una comunicación clara y precisa será lo mejor.
4. No tomarlo como algo personal. El pensamiento del tipo “¿por qué me tiene que pasar a mi?” no resolverá nada. De hecho, es muy probable que muchas personas hayan sido víctimas de los comportamientos intransigentes. A lo largo de la vida debemos lidiar con muchas situaciones desagradables, esto no es un castigo ni mucho menos, compréndelo como una experiencia más.
5. Hacer notar el comportamiento intransigente. En algunas ocasiones hacerle notar a la otra persona que está manifestando un comportamiento demasiado intransigente puede ser un punto clave para penetrar su barrera. Lo esencial es hacerlo con un lenguaje determinado pero sin ser agresivos, haciendo notar cómo ese comportamiento te está dañando en ese momento.
Finalmente, si estas técnicas no funcionan (lo cual es muy probable), la mejor solución es dirigir nuestra solicitud a otra persona. Desgraciadamente, es muy difícil hacer cambiar de opinión a las personas rígidas por lo que siempre que sea posible, lo ideal será evitarlas.
FUENTE: Rincón de Psicología
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