Un pescador que vivía muy cerca del mar, salía a pescar cada día con su caña de pescar para encontrar cómo alimentarse él y a su familia. Usaba gusanos pequeños cada día y los usaba como cebo consiguiendo, coger peces pequeños que le daba para alimentarse cada día.
Un día coincidió con un antiguo compañero de pesca, una persona que ahora tenía una mejor casa, un mejor coche y un negocio próspero. Le preguntó si le había tocado la lotería, pero el compañero le respondió así: “Me enseñaron algo que puse en práctica que me dio resultados diferentes”.
La estrategia que usó fue la siguiente: Cuando pescaba un pez, cortaba la mitad, y lanzaba la caña con el medio pez que había cogido. Esto me ayudó a pescar un pescado más grande. No me lo comí todo, me quedé la mitad, y la otra mitad la lancé con la caña al agua para seguir pescando.
Al principio pasé un poco de hambre, sí. Sin embargo entendí que necesitaba invertir para lograr algo mejor. Con este sistema, conseguí tener lo que necesitaba para mi familia, para el cebo y creé mi propia pescadería para vender los demás.