Pero ¡no era una isla!, era una ballena que se había quedado dormida. Con la conversación de los dos amigos, la ballena se despertó sobresaltada y salió nadando a toda velocidad.
Tiberio gritó asombrado:
– ¡Una ballena! ¡Es extraordinario! ¡Vamos por ella! Y pronunció el conjuro para respirar bajo el agua:
– «¡ZIS, ZAS! ESTAREMOS BAJO EL MAR Y PODREMOS RESPIRAR»
Y por arte de magia, se encontraron bajo el mar.
– Mira Tiberio, decia NESSI, un tesoro: peces, corales, ¡qué maravilla!
– ¡Vamos!, ¡vamos! le decía Tiberio. No podemos detenernos; la ballena nada muy deprisa y vamos a perderla. Tenemos que alcanzarla. ¡Vamos!
Y siguieron nadando. El fondo del mar estaba lleno de riquezas. Había árboles de coral y madreperlas sobre las rocas.
-¡ Tiberio ya estoy harto! decía Nessi. ¿Por qué buscas a esa ballena? ¿Acaso piensas cazarla?
– ¡Pero qué tonterías dices! ¡Nunca haría daño a una ballena!- contestó Tiberio. Los hombres las han cazado durante siglos, y por eso quedan tan pocas. Lo único que quiero es hablar con ella, que me cuente viejas historias del mar. Quiero llevarla a la ciudad de los brujos y brujas y mostrarle nuestro mundo. Pero la hemos perdido y nunca sabremos si a ella le hubiese gustado ir.
Sin embargo, la ballena, que estaba escondida detrás de una gran roca lo oyó todo.
Entonces salió de su escondite y gritó muy fuerte:
– ¡Pues claro que me gustaría ir! ¿Puedo hacerlo?
Y tiberio dijo las palabras mágicas: «¡ZIS, ZAS! LA BALLENA SALDRÁ DEL MAR Y POR EL AIRE VOLARÁ!
En la ciudad, todas las brujas se preguntaban por qué habría traído Tiberio una ballena.
Llegó el momento de la elección:
– ¡Oíd brujas y brujos!- dijo la vieja reina. Todos los tesoros que habéis traído se pueden comprar con oro. Los diamantes, los trajes, las obras de arte…, ¡todo! En cambio, Tiberio ha traído el mayor tesoro: ¡una amiga! Y la amistad no puede comprarse con oro. Por tanto, Tiberio será nuestro nuevo rey.
Y así, en aquella noche mágica, a la luz de las hogueras, el brujo Tiberio fue coronado rey.