El ex presidente Ronald Reagan tenía una tía que lo quería mucho y era muy bondadosa con él.
En una ocasión ella llevó al joven Reagan a un zapatero para que le hiciera un par de zapatos a la medida. El zapatero le preguntó: ¿Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda?
Ronald tartamudeó un poco, él no sabía lo que quería. El zapatero dijo: “Está bien. Ven por acá dentro de un par de días, me dices lo que quieres y te haré los zapatos”.
Dos días después, el zapatero lo vio en el pueblo y le volvió a preguntar: “¿Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda? Ronald le contestó: “No sé”.
El zapatero le dijo: “Ven dentro de dos días y tus zapatos estarán listos”.
Ronald Reagan contaba que cuando fue a buscar los zapatos, uno de ellos tenía la puntera cuadrada y el otro redonda.
El zapatero lo miró y le dijo: “Esto te enseñará que desde ahora en adelante, no debes permitir que la gente tome decisiones por ti”.