Atar los perros con longaniza.

por chamlaty

A principios del siglo XIX, vivía en el pueblo Candelario en Salamanca un acreditado fabricante de embutidos llamado Constantino Rico, alias El Tio Rico, el choricero, proveedor de embutidos de la familia Real, cuya estampa inmortalizaría Ramón y Francisco Bayeu en un famoso tapiz del Palacio del Pardo (Residencia Real Española).

Este señor tenía establecido con el obrador en los bajos de su casa, al cuidado de numerosas obreras. Un día, una obrera apremiada por las circunstancias tuvo la peregrina idea de atar a la pata de un banco con una cuerda de longanizas, a un perrillo faldero que siempre pretendía entrar y robar los embutidos por lo  que rondaba por el taller.

Al rato entró el hijo de otra de las obreras y contemplo con estupor al perro y su curiosa atadura y pronto salió  a la calle a difundir la noticia de que

“En casa de Tio Rico, se atan los perros con longaniza”

 

La expresión se hizo popular y desde entonces empezó a usarse como hipérbole irónica de la opulencia y el derroche.

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