Unos 200 candidatos para trabajar en una importante empresa se encontraban realizando las entrevistas y pruebas que la gerencia necesitaba para la selección definitiva. Uno de los test planteaba el siguiente problema:
Estás manejando un deportivo último modelo con únicamente dos asientos . Es de noche y llueve a cántaros desde hace más de seis horas. En buena parte de la ciudad se ha ido la luz y las telecomunicaciones no están funcionando. Cuando llegas a una parada, observas que en la parada de autobús hay tres personas esperando, pero es más de media noche y el transporte público ya no trabaja más. Cuando te aproximas ves que se encuentra un viejo amigo tuyo que dos años atrás salvó tu vida de una muerte segura. A su lado está sentada una mujer anciana que se ve muy pálida, con escalofríos y una tos espantosa. No hay duda de que debe ir de inmediato al hospital o morirá. La tercera persona es el hombre (o mujer) de tu vida. Fue un flechazo a primera vista y sabes que si no aprovechas ese instante y la dejas ir, más nunca volverás a verla ni a conseguir otra persona igual. Entonces, tienes un solo puesto en carro, no puedes llevar sino a una persona ¿Qué haces?:
(selecciona una sola opción)
Te llevas al amigo que te salvó la vida
Te llevas a la anciana para salvarle la vida
Te llevas al hombre (o mujer) de tu vida
Cada una de los candidatos realizó su selección, algunos lo hicieron a conciencia, otros lo pensaron bien y pusieron lo que creían que era más adecuado para conseguir el trabajo.
Unos pocos se quejaron de que eso era un caso extremo e irreal o una suerte de trampa emocional, a pesar de lo cual seleccionaron una de las opciones.
Solo una persona dejó las opciones en blanco y agregó una nota:
Yo le daría el carro a mi amigo para que llevara a la anciana a un hospital, y me quedarían en la parada de autobús junto a la mujer de mi vida.
Esta persona fue la que obtuvo el empleo.
En muchas ocasiones solemos pensar en blanco o negro, en bueno o malo, en si o no, en grande o pequeño, en gordo o flaco, en izquierda o derecha, es decir en dos dimensiones. Cuando mucho buscamos un punto intermedio o central, pero que de alguna manera siempre nos ubica en el medio de una línea recta imaginaria entre las dos alternativas extremas, de manera que seguimos pensando en dos dimensiones. Buscar más opciones se nos hace difícil, llegamos a una “zona cómoda” de la que nuestros pensamientos no desean salir.
En realidad podemos ser más creativos cuando nos plantean un problema sin adelantarnos ninguna solución posible que cuando frente al mismo problema nos dan a escoger entre varias opciones. Entonces nos concentramos en cual de las opciones debe ser la más adecuada y nos olvidamos que quizás existe otro camino diferente a los ya planteados.