El joven llevaba tiempo hablando solo, mientras el sabio lo miraba pacientemente:
– En casa, cada uno me proponen que estudie una profesión diferente: Mi papá me dice que sea medicina para que herede su consultorio, mi mamá propone arquitectura o ingeniería para que trabaje con mi tío, mi abuela quiere que sea militar como lo fue mi abuelo. En el colegio también nos tienen bombardeados de opciones y tengo que decidir dentro de muy pocos días para conseguir cupo en la universidad.
Tras un breve silencio el joven concluyó:
– Sé que es una decisión muy importante para mi futuro, pero la verdad es que no sé con cual de esas profesiones voy a ser feliz en la vida.
El sabio se llevó la taza de té a la boca y luego, con voz suave pero firme, le dijo:
– Querido amigo, ninguna de esas profesiones te va a ser feliz.
– ¿Cómo? – repuso de inmediato el joven – Claro que sí, y es una elección muy importante y muy difícil.
– Si, si, pero escucha primero esto que me ocurrió hace ya cierto tiempo:
En cierta ocasión fui al pueblo donde vive mi hermana. En el terreno junto a su casa estaban construyendo una edificación un poco más grande de lo habitual, así que un día me acerqué y vi a un albañil recostado debajo de una mata. Me dirigí hacia él y le pregunté lo que hacía:
– Estoy aquí descansando, hace mucho calor, los bloques están muy pesados y me duele la espalda. No veo la hora que termine mi turno para salir de esta pesadilla.
Seguí caminando, me paré junto a otro albañil que trabajaba apilando bloques en una pared y le hice la misma pregunta. Él me respondió:
– Aquí estoy, ganándome el sustento diario para llevarle comida a mi esposa y mis hijos. No puedo quejarme, aquí voy a tener trabajo por un buen tiempo.
Tras despedirme me aparté un poco y vi que en el tejado había otro albañil que hacía equilibrios para sujetar una pesada viga. Cuando terminó, alcé la voz y también le pregunté lo que hacía. Con una sonrisa en la cara y un gran entusiasmo me dijo:
– ¡Estoy construyendo una escuela para nuestros niños!, será la más bella escuela de todo vecindario y cuando nuestros muchachos estudien aquí serán el orgullo de nuestro país.
Los tres albañiles hacían básicamente el mismo trabajo y por el mismo salario, pero había una gran diferencia entre ellos: el primero odiaba lo que hacía; el segundo era indiferente y lo hacía como una obligación para su sustento; en cambio que el tercero no solo amaba lo que hacía, sino que era capaz de proyectar su trabajo y su esfuerzo hacia la sociedad y el bien común.
Tras un breve silencio, el sabio se inclinó hacia el muchacho diciéndole
– Volviendo al tema que nos atañe, mi estimado jovencito, ciertamente la decisión que tienes que tomar es importante y también difícil, pero debes recordar que no es la profesión que tú elijas la que te hará feliz en la vida, sino la actitud que tú tomes frente al trabajo que te toque hacer. No importa si se trata de medicina, leyes, ingeniería o administración, en todas esas profesiones existen tres tipos de personas que, al igual que los albañiles, decidirán con su actitud si acercarán o alejarán la felicidad de sus vidas.
La felicidad no es un destino o una meta que debe alcanzarse, la felicidad es el camino y debe disfrutarse día a día. Ser feliz es una decisión y una actitud frente a la vida.