Un filósofo audaz vivió largo tiempo en la Corte del rey Magnánimo.
Magnánimo, era un conquistador, estaba constantemente haciendo planes de invasión y de conquista.
Un día llegó donde el filósofo, quién se encontraba tumbado a la sombra de un árbol en el jardín del palacio, y le dijo:
-“He hecho un plan y mañana mismo salgo con mi ejército. Vamos a cruzar el estrecho y a conquistar toda Grecia, todo el Peloponeso”.
A lo cual respondió el filósofo -“Muy bien. ¿y después qué?”.
-“Después continuaremos adelante, hacia Italia”, respondió Magnánimo.
-“¿Y después?”, interrogó nuevamente el filósofo audaz.
-“Pues seguiremos y procuraremos llegar hasta el final del mundo”.
-“Bueno, muy bien, ¿y después?”.
– “Bueno, ya después habré conquistado todo el mundo”.
“¿Y entonces qué?”, volvió a preguntar el filósofo.
Y dijo Magnánimo: -“Entonces podré descansar”.
Ante lo cual el filósofo concluyó -“Bueno, si de lo que se trata es de descansar, por qué no te sientas aquí conmigo bajo este árbol y empezamos directamente, sin tanto show”.