Tú vida no la hace lo que sucede, sino lo que en ti sucede ante lo que vives. Mejor dicho, lo que tú haces con lo que viviste.
No es cuestión de sólo vivir una experiencia, sino de por sobre todo dejarte tocar por ella. De permitir que ante lo nuevo, tus pensamientos y emociones se transformen y expandan al expandirse tu consciencia. Y desde ahí, desde tu reflexión y aprendizaje, puedas ser la siguiente mejor versión de ti mismo.
En cierto sentido, si no hay desafío no hay vida sino rutina.
¿Quieres sentirte lleno de vitalidad y experimentar más intensamente la conexión con tu vida? Búscate un reto. Ponte un desafío. Uno que te entusiasme y a la vez te invite—mejor aún, te seduzca—a evidenciar en carne propia la ilusión de tus límites pasados y la materialización de tu potencial.
Eso es parte del juego de la vida: atreverte a ir a donde aún no has ido; aventurarte a descubrir en ti lo que aún te falta por disfrutar de ti mismo.
Te lo ofrezco de esta manera: quien tú eres realmente, está más allá de tu zona de comodidad. Es cuando vas más allá de tus “límites”—de las creencias que hasta ahora has sostenido sobre hasta dónde “llegas” como persona—que estás honrando en la acción tu verdadero potencial.
Una cosa es quien tú crees que eres—definido por tus ideas del tipo “Yo soy…” y “Yo no soy…”—y otra es quien tú eres realmente. Date el regalo de descubrirte que estabas equivocado sobre ti… al darte el chance de sorprenderte logrando y disfrutando algo más allá de tus viejos límites.
Eso sólo lo logras cuando asumes que tus límites sólo te estaban marcando el comienzo del nuevo camino que ahora decides emprender.
Si yo no soy mis pensamientos sino el que pienso, significa entonces que puedo escoger pensamientos diferentes si aquellos con los que me encuentro… ¡no me gustan!
No sé si llegas a captar la trascendencia de esa idea: todo aquello por lo que tú te hayas podido sentir mal, por lo que te hayas podido limitar, por lo que hayas quizá menospreciado tu valía y potencial, no son más que pensamientos.
Ellos, per se, no tienen solidez. Lo que los hace sólidos y reales, lo que les da fuerza y termina convirtiéndolos en “tu verdad”, es tu energía puesta en ellos.
¿Qué sería de ti si tus pensamientos limitantes y negativos… ¡te los tomaras en broma!?
Tú no eres tus pensamientos. Mas te conviertes en aquellos pensamientos a los que les das energía, a los que les prestas atención y asumes como “verdaderos”.
Tus pensamientos no tienen poder por sí mismos. Lo que le da poder a tus pensamientos es la atención que pones sobre ellos. Es entonces cuando ellos se hacen “reales” para ti.
“Yo no sirvo”. “Yo no puedo”. “Yo no lo voy a lograr”. “Yo no me lo merezco”. “Eso es imposible”. “Eso no se puede”. “Yo soy demasiado viejo/lento/aburrido/joven/inexperto/ignorante/incapaz/estúpido/flojo/terco/cómodo/etc. para intentarlo”.
Pero sólo se convierten en excusas si tú lo permites. Si tú les das energía. Si les prestas atención.
La siguiente idea puede ser una de las más liberadoras:
Por el hecho que pienses algo… ¡no tienes que creértelo!
Ni siquiera porque ese pensamiento se haya repetido en tu mente por años o incluso décadas. Ahora, tú puedes elegir diferente. Puedes escoger no prestarle atención a lo que pensaste por hábito y reacción, sino escoger con intención un nuevo pensamiento que te potencie.
Se dice que la calidad de tu vida es la calidad de tus pensamientos. En realidad, tu vida pasa a ser una expresión de aquellos pensamientos a los que le das energía.
Por lo tanto, escoge conscientemente aquello a lo que le das energía. Al hacerlo, estás decidiendo lo que pasa a ser real para ti, y lo que terminará manifestándose en tu vida.