Cuidado cuando se adentren en la vegetación de los mayas.
Uno adquiere conciencia de lo compleja y delicada que puede resultar la interacción entre las diferentes especies de fauna cuando se tiene la fortuna de adentrarse en ella.
En lo personal tuve esta experiencia en los primeros años de mi llegada a estas tierras mayas de 1997 al 2000, tres años en los que labore para la consultoría ambiental teniendo la oportunidad de conocer la selva y los términos con que se les denomina a las diferentes especies de flora y fauna de la región. Desgraciadamente en algunas ocasiones por ignorancia o por descuido el contacto con especies agrestes no resulta agradable, como el denominado boxchechen o simplemente chechen ( Metopium brownei ) que es un árbol cuya savia –negra y caústica– daña seriamente la piel al cabo de unas horas de tener contacto con ella, una sola gota basto unido a mi escepticismo para que al cabo de 24 horas, la piel de mi brazo presentara una irritacion semejante a una quemadura de tercer grado; el antidoto, la resina de otro árbol llamado Chacá ( Bursera simaruba ) o palo mulato que se distingue por su corteza escamosa de color gris a marrón.
Aprendí la lección de escuchar con atención y humildad las instrucciones de los mayas aun las leyendas por descabelladas que parezcan.
El Chechén es un árbol caducifolio, de tronco recto que llega a alcanzar de 12 a 25 m de altura con un diámetro normal a la altura del pecho de hasta 60 cm. , florece de marzo a principios de mayo. Su madera es muy apreciada por su dureza y resistencia, sin embargo es necesario estufarla para desecarla y poder trabajarla , sin embargo debe aserrarse protegido con mascarilla ya que el aserrín puede afectar las vías respiratorias, hecho esto se puede trabajar la madera sin problema. La semillas se usan para combatir amibas, se comen las semillas de 2 o 3 vainas en ayunas durante 2 o 3 días. El follaje y vainas tiernas sirven de alimento al ganado y venados. La corteza posee taninos que se pueden usar en el curtido de pieles.
Por su parte el chacá en un árbol de 10 m de altura aproximadamente, tallo grueso, poroso y tiene muchas ramas irregulares, brazos quebradizos. Hojas chicas, de color verde brillante, muy quebradizas. Los frutos son pequeñas bolitas color marrón que se dan en racimos. Se encuentra durante todo el año, florece por el mes de abril. Se considera una planta muy fresca, de hecho licuada con agua y limón resulta una bebida refrescante que calma la sed.
Parece ser que siempre se da una curiosa regla en la selva de la península, ya que allí donde nace un chechén, siempre surge otro de chacá. Para todo veneno hay siempre un antídoto. En la cosmovisión maya existe la concepción del equilibrio entre el bien y el mal y en este caso obedece, según los mayas locales, a una antigua leyenda maya que tuvo lugar hace miles de años.
Cuentan que existió un rey maya llamado Chechén, que cometió terribles excesos con su pueblo. Al parecer, este malvado monarca tenía atemorizados a todos sus súbditos, a los que perseguía, acosaba, maltrataba e, incluso llegó a matar, sólo por el placer de mantenerlos sometidos y aterrorizados. La situación llegó a ser tan caótica que un buen día, el pueblo se sublevó y se levantó en armas contra su malévolo monarca. Chechén fue perseguido, acorralado y fiinalmente matado en el fragor de la revuelta, pero antes de morir juró que regresaría a vengarse de todos. Se le sepulto en mitad de la selva dejando su cuerpo alejado del pueblo. Meses después, sobre su tumba comenzaron a brotar las primeras hojas de una planta no conocida hasta entonces. Continuo creciendo hasta convertirse en un árbol oscuro, recio y con veneno en sus venas que muy pronto empezó a extenderse como una plaga por toda la selva. Todo aquel indígena maya que entraba en contacto con su savia dañina padecía los males de aquel veneno. El rey había conseguido mantener su maldad sobre la faz de la tierra incluso después de su muerte, manteniendo atemorizado a su pueblo. Ese árbol fue bautizado con el nombre de chechén.
Un tiempo después, una bellisima princesa maya con fama de bondadosa y muy querida por el pueblo, llamada Chacá, desgraciadamente enfermo de gravead y al cabo de un tiempo murió siendo joven y sus subditos desollados decidieron enterrar su cuerpo junto a la tumba del temido Chechén para que su bondad alejara al temido fantasma del malvado monarca. Pronto surgió de la tierra removida otro pequeño árbol, esta vez, con cualidades curativas. Era el chacá, que también se extendería por la selva en la misma proporción que el chechén y, hoy en día casualidad o no, detrás de un chechén siempre hay un chacá.
Y ahora vean esta otra leyenda sobre estos árboles.
Con información de http://mayananswer.over-blog.com/