Tienes que decidirte a buscar la tranquilidad, pero la tranquilidad es una de esas cosas tanto más difíciles de encontrar cuanto más las buscas. Relájate y deja que ella te encuentre.
Una mente tranquila es un paraíso encontrado.
Podrás encontrar la tranquilidad en alguien a quien amar, en algo por hacer, y en algo por lo que tener confianza.
El corazón tranquilo no se preocupa de lo que piensan los demás.
De la tranquilidad surgirá una persona rebosante de confianza y contento.
A menudo, la tranquilidad llega por la confianza. Aquel que no confíe, no recibirá confianza; cree en ti mismo y podrás recrearte en la tranquilidad.
En la sabiduría hay tranquilidad. La sabiduria llega a través de la escucha, y la voluntad sabia, a cambio, será escuchada.
La tranquilidad llega cuando nos aceptamos a nosotros mismos. Para algunos es alcanzar un punto de aceptación de que son lo que siempre serán, y para otros es el punto de decidir aquello en lo que se convertirán.
La tranquilidad no es amiga de aquellos que pasan la vida deseando lo imposible.
La tranquilidad alimenta la habilidad para discrepar con lo que dicen los demás. El oyente tranquilo entiende exactamente con qué está en desacuerdo.
La tranquilidad ya se encuentra en tus mejores y más puros pensamientos.
Fluctuamos mucho entre el amor y el odio antes de llegar a la tranquilidad; se alcanza trabajando hacia una evolución espiritual.
Hay una tranquilidad en la certeza de estar haciendo lo posible por sacar el mayor partido de uno mismo.
Los hay que se sienten muy solos en su propia compañia. Los que conocen la tranquilidad, se sienten menos solos cuando están consigo mismos.
David Baird.