Una actitud positiva ante la vida es propia de personas optimistas y, si se puede elegir entre: “piensa mal y acertarás” y pensar bien, nos conviene más lo segundo.
Ser más positivos nos ayudará a sortear mejor el estrés y a experimentar más vivencias agradables a lo largo del día. Además, ¿siempre acierta necesariamente aquél que piensa mal?
La actitud positiva se desarrolla con el paso del tiempo, adoptando una serie de pautas que progresivamente generan una forma de pensar y de interpretar la realidad.
Una persona pesimista no puede cambiar su estilo de pensamiento de la noche a la mañana, porque no tiene las herramientas necesarias para contemplar la realidad desde otra perspectiva.
Convertirnos en personas más optimistas es un proceso largo dependiendo del estado en el que nos encontremos; equivalente, por ejemplo, al de moldear el cuerpo con el ejercicio físico.
Requiere de constancia y de confianza en que el cambio redundará en nuestro bienestar.
Observemos algunas estrategias que forman parte del proceso de construcción de una actitud positiva ante la vida:
-
Reconocer los pensamientos negativos. Nos referimos a ésos que son nocivos o irracionales. Especialmente cuando estamos estresados pueden “automatizarse” sin que nos demos cuenta de que analizamos la realidad de manera sesgada. Esto es, sin tener en cuenta la otra cara de la moneda: el lado bueno de la situación. La mayoría de las veces existe.
-
Detener los pensamientos negativos. Hemos dicho que éstos suelen ser irracionales. No hay lógica en ellos. “Soy un desastre. Siempre me equivoco en el peor momento. Nunca doy una a derechas…” No es mala idea, para empezar, disminuir el uso de adverbios como “siempre” o “nunca”; así como dejar de analizar la realidad en términos de “todo” o “nada”. Huyamos de los extremos.
-
Anticipación. Una persona pesimista comienza a vivir el estrés antes de que tenga lugar una situación determinada. Ciertamente, todos tenemos situaciones en perspectiva que nos generan inseguridad, pero… ¿para qué angustiarse y sentir miedo antes de tiempo? Cuando se piensa en una situación difícil que está por llegar, es preferible contemplarnos a nosotros mismos desenvolviéndonos en ella de manera positiva. Ejemplos: exámenes, entrevistas de trabajo, citas amorosas, viajes, mudanzas, etc. Hay cientos de cambios a lo largo de nuestras vidas. ¿Acaso no vale la pena esforzarse en acostumbrarse a vivir sin temor?
-
Dar más importancia a lo positivo. Una persona optimista no ignora los inconvenientes ni los problemas, pero procura centrarse en las ventajas y en las soluciones.
-
Valorarse a uno mismo. Cada persona tiene un valor intrínseco único. Conocer el propio valor y estar orgulloso del mismo es un manantial del que brotarán pensamientos constructivos y optimistas.
-
Verbalizaciones positivas. El poder del lenguaje es tremendo. Hay que tener cuidado con lo que se dice, porque nuestro cerebro siempre escucha y se acostumbra a pensar según esas palabras. No nos pondremos “verdes” ni en público ni en privado. Cuando nos refiramos a nosotros mismos hay que partir de la idea de que estamos hablando de alguien a quien le tenemos muchísimo cariño.
Y hay más… Aprender a pensar de manera positiva no es como apretar un interruptor y seguir andando. Se aprende a base de tiempo, con aciertos y errores. Pero lo mejor de este tipo de aprendizaje es que nunca es tarde para emprenderlo.
Visto en http://tusbuenosmomentos.com/