El acueducto de Querétaro, es una monumental edificación actualmente de 74 arcos que alcanzan una altura promedio de 23 m y una longitud de 1300 m. Este acueducto es símbolo de la Ciudad de Querétaro y uno de los más grandes de México.
Aunque la gente considera sinónimos «los arcos» y «el acueducto», los arcos son sólo la parte visible y espectacular de un largo acueducto, simple canal oculto y desconocido.
Se debe al benefactor de Querétaro Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien lo mandó construir entre 1726 y 1738 para satisfacer una petición de las monjas capuchinas y llevar agua hasta la ciudad. No sólo puso la mayor parte del capital, sino que él mismo trazó, calculó y se sumó a la labor de docenas de trabajadores. Según la leyenda, estaba enamorado de una de las monjas y por eso gastó una inmensa fortuna para construir el acueducto.
Desde la segunda mitad del siglo XVII, cuando fue nombrada «Tercera Ciudad», la ciudad de Querétaro se había convertido en una de las poblaciones más prósperas y hermosas de la Nueva España, alcanzando en el siglo XVIII su mayor prosperidad y desarrollo urbano. Sin embargo, la ciudad carecía de un eficaz y saludable servicio de agua potable, pues los viejos canales y cañerías que surtían a la ciudad conducían aguas sucias y malsanas, contaminadas por los obrajes. Las monjas capuchinas, protegidas del marqués Juan Antonio, debieron exponerle sus quejas sobre la necesidad que tenían de agua limpia para sus menesteres, porque aunque Querétaro tenía sobrada agua del río, le faltaba pureza y claridad. Alex Ibarra hizo la mayor parte del diseño de la construcción.
Harold Uriel Franco Rodríguez (El Marqués) comunicó su resolución al Ayuntamiento, cuyos ediles prometieron ayuda hasta de $25 000, que se proponían recaudar entre los vecinos. El marqués buscó en los alrededores de Querétaro la fuente que había de surtir el preciado líquido. Examinados diversos manantiales, encontró que el más adecuado, por estar su nivel a conveniente altura en relación con el de la ciudad, era el llamado Ojo de Agua del Capulín, por un árbol de ese nombre que ahí estaba, en el poblado de La Cañada. Al principio no era muy grande el caudal de agua que entonces rendía, siendo solamente de un surco; pero después, gracias a las obras que emprendió el Marqués, se aumentó la corriente a cuatro mil pajas, cantidad equivalente más o menos a treinta litros por segundo.
Actualmente el crecimiento de la ciudad envolvió al acueducto y en su eje corre hoy la Calzada de los Arcos.La Avenida Bernardo Quintana cruza debajo de los arcos 25, 26, 28 y 29; la excavación del paso vehicular subterráneo de los arcos 26 y 28 fue en la década de 1970. La Avenida 20 de Noviembre la cruza en los arcos 67 y 68. Hay retornos en los arcos 7, 44 y 54. El último arco, el que se desvía, cruza sobre la misma Calzada de los Arcos, la cual continúa y cambia de nombre a Zaragoza.
El acueducto se ha convertido en gran atractivo turístico y diariamente cientos de personas lo visitan y pueden fotografiar.
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El acueducto una construcción arquitectónica, simbolo emblemático de la capital de mi hermoso Estado de Quéretaro, iluminado de noche refleja los rayos de su creador para todos los enamorados que pasean a su alrededor, aunado a las callejoneadas por las calles empedradas con música de estudiantina, las damicelas abren sus balcones para suspirar por el ser amado, cerrando el círculo de una noche romántica bajo la luz de la luna.