Por @kauli_blog
La historia de la Factura Electrónica en México es corta si consideramos que fue regulada formalmente hace 9 años y más corta aún si consideramos que no más del 10% de los contribuyentes obligados a emitir comprobantes fiscales la usa hoy en día, pero en esa cortedad, es México quizá el país que más cambios ha experimentado en su transición del papel a lo digital en materia de comprobación fiscal.
Desde que era una opción y hasta terminar siendo obligatoria muchos cambios han ido y venido, y aunque el avance es significativo en todos sus ámbitos, no sólo los cambios, tampoco los ajustes y las correcciones que se han hecho al paso del tiempo para perfeccionar el modelo, se han librado de la crítica.
Y aunque es justo decir que algunas de esas críticas han sido merecidas, sobre todo porque el ajuste hubiera salido mejor si hubiera sido suficientemente discutido con todos los jugadores, lo cierto es que esa evolución a “prueba y error” ha colocado a México en el primer lugar a nivel internacional en materia de Factura Electrónica, no sólo por el volumen de transacciones realizadas y por el número de contribuyentes que ya la implementaron, sino incluso por el modelo mismo de certificación por la vía de un tercero confiable.
Y es que desde que la figura de Proveedor Autorizado de Certificación (PAC) fue creada en nuestra legislación a finales de 2010, son ya 55 empresas las que han obtenido del SAT su autorización y no se prevé más límite en su número que aquel que el mercado imponga.
Si habrá o no lugar para que todos subsistan en el plano comercial es algo que aún está por verse, pero lo cierto es que su aparición ha venido a cambiar las reglas de ese juego comercial en el que participan ellos y el resto de los jugadores (hay más de mil empresas que de una u otra forma ofrecen una solución de factura electrónica), ya que de ser puestos literalmente en enfrentamiento con el sector del software tradicional cuando el modelo estaba en fase de evolución, han pasado a ser una mancuerna (software y servicio) sobre la que aún hay mucha historia por escribir, sobre todo cuando el modelo ha entrado ya a su fase de consolidación.
Es cierto que el mercado potencial es enorme si lo proyectamos sobre los años por venir, pero ningún modelo de negocio será viable si se sustenta en “vender miedo” o vender al “mejor precio”, porque lo primero denigra el modelo mismo y porque lo segundo tarde o temprano se revierte en materia de calidad en el servicio.
Sea o no que termine siendo obligatoria de manera generalizada, la Factura Electrónica lleva implícitos beneficios que son incuestionables en todo ámbito, es buena para automatización de procesos comerciales, es buena para la transparencia en el manejo de recursos y hasta es buena para el entorno ecológico (mientras no sigamos con la mala práctica de imprimir para dejar constancia), entonces ¿por qué hacer una oferta basada en el temor a una sanción?.
Y si de precio se trata, en este tema como en muchos otros hay un principio ineludible “a mayor volumen mayor infraestructura”, si no es por la vía de una licencia, lo será por la vía de un paquete de soporte, de un plan de mantenimiento o hasta por la vía transaccional, pero es un hecho que no será gratis nunca (alguien debe pagar por esa infraestructura), ni siquiera aquel servicio que la autoridad presta y que tampoco el que los PACs están obligados a ofrecer, entonces ¿por qué hacer una oferta basada en garantizar el precio más bajo?.
Es un hecho que no se acabó el mundo el 21 de diciembre, pero si de predicciones se trata, muy probablemente nos toque ver un 2013 en el que aparecerán nuevos modelos de negocio (un SaaS revolucionado), desaparecerán algunos jugadores (tanto nuevos y viejos) y se redefinirá el esquema (desde la óptica de la eficiencia operativa).
Ser parte activa de esos cambios es una de las razones por las que fue creada la Asociación Mexicana de Proveedores Autorizados de Certificación, no pretendemos ser un ente regulador de prácticas comerciales, pero sí un ente promotor de las mejores prácticas de negocio y si en ello nuestra contribución sirve para que el contribuyente cumpla cabalmente con sus obligaciones, para que las empresas que son parte de este ecosistema compitan de manera equilibrada y para mantener a México a la vanguardia en el modelo de Factura Electrónica quizá podamos decir que ha valido la pena el esfuerzo y los sinsabores vividos en los varios intentos para la creación de esta Asociación.
Nota: colaboración original para el Boletín de AMEXIPAC.