La voz es una de nuestras armas más potentes en la comunicación. De su volumen, entonación y ritmo dependen el entusiasmo que manifestamos, nuestra capacidad de convicción y el éxito en captar y mantener la atención e interés de nuestros interlocutores.
El silencio es una poderosa arma de comunicación, aunque su uso eficaz no es sencillo y requiere cierta habilidad. Necesitamos reconocimiento de los que nos rodean, no sólo para sentir que nos escuchan y comprenden, sino para no sentirnos excluidos de ese ambiente.
El silencio puede ser en ocasiones un acto de rechazo, de no reconocimiento voluntario. Puede llegar, por tanto, a constituir una importante barrera de comunicación.
Sin embargo, el silencio también puede ser utilizado en sentido positivo, para alentar a alguien a que continúe hablando, que revele sentimientos y conseguir retroalimentación o una auténtica capacidad de escucha.
No es fácil guardar ese silencio, pero lograrlo nos trae como recompensa la veta de oro, mientras más dura nuestro silencio en torno a lo que queremos lograr, mayor es la pasión que crece dentro de nosotros.
A veces, nuestro silencio es la peor mentira, algunos encuentran el silencio porque tienen demasiado ruido dentro de ellos mismos.
El amor, un beso lo enciende, el silencio lo apaga… el mérito que acepta el silencio como la cosa más natural del mundo es el más alto aplauso.
Hemos de tener muy en cuenta que cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio, en ningún momento el silencio es más crucial que durante los retiros de meditación…
¿Qué es el silencio? Es un sueño que se queda en sueño, un beso sin respuesta o bien es una rosa sin agua…
El silencio y la soledad son complementos. La soledad es el silencio del alma y el silencio es la soledad de las palabras, La palabra es un don tan hermoso que es mejor dejarla ir sola o cuando estrictamente sea necesario.
El silencio es la voz del corazón hablando contigo. Por eso tenemos que escuchar lo que dice el corazón en silencio.